Los caballos llevan colaborando con las personas desde siempre. Es indiscutible que son grandes compañeros de vida.
Hoy os traemos una colaboración muy especial: el caballo como facilitador en la interacción con personas con necesidades especiales.
La conocida coloquialmente como «equinoterapia» se ha ido regularizando en los últimos años, dando como resultado el ámbito de las Intervenciones Asistidas con Caballos (IAC).
Las IAC son una técnica en la que las yeguas y los caballos son los protagonistas de los programas terapéuticos. Su participación en programas de educación y terapia traen consigo multitud de beneficios que se llevan estudiando y avalando en el último siglo. Estas prácticas suponen «el uso» del animal como motivador para apoyar el bienestar de las personas. Dependiendo de la profesión sociosanitaria o educativa que te defina, el caballo puede ser un gran compañero y apoyo.
El caballo es la segunda especie animal más utilizada en las IAA, justo detrás del perro (Martos y Ordoñez, 2015). Pero ¿por qué con caballos?
En los primeros años de las IAC, el protagonismo del caballo se centró en los beneficios que conllevaba la monta para las patologías neurológicas y lesiones del sistema nervioso ya que montar a caballo es una gran herramienta rehabilitadora. Por ello, la mayor parte de las referencias históricas donde el caballo actúa como facilitador tienen que ver con los aportes de su biomecánica, ya que trae consigo beneficios en nuestras áreas fisiológica, motora y sensorial. A esto es a lo que se le conoce como hipoterapia. En esta disciplina, el caballo propone directamente con su cuerpo y su movimiento los beneficios. Siempre y cuando las sesiones estén guiadas por un profesional médico, fisioterapeuta o terapeuta ocupacional.
Poco a poco y según se ha ido conociendo al caballo desde abajo, desde la doma natural y respetuosa, los caballos también se han ido incorporando en programas para favorecer el desarrollo de nuestras emociones y nuestra comunicación.
Y es que debido a su condición de presa el caballo tiene un importante patrón de autoconservación, lo que le ha llevado a crear una sociedad cooperativa y muy unida para sobrevivir. Competencias como la comunicación coherente y presente, las relaciones intragrupos y la gestión emocional se pueden aprender en compañía de caballos.
Así pues, en un principio este tipo de terapias eran más específicas para la población infantil y con diversidad funcional con patología específica: parálisis cerebral infantil, trastorno del espectro autista, etc, pero poco a poco los programas de IAC han abierto su abanico de población diana. Cualquier persona es susceptible de recibir sesiones de IAC. Los psicólogos y los maestros se han incorporado como profesionales especialistas en el ámbito y se proponen programas para todas las edades y colectivos. Desde personas mayores con deterioro cognitivo, pasando por población en riesgo de exclusión social, mujeres o personas víctimas de violencia de género. Población juvenil y adolescente atravesando problemas emocionales, trastornos del estado del ánimo como el estrés y la ansiedad, etc.
El hecho de estar en contacto con caballos nos ayuda a reducir la presión arterial. Ocupa nuestra mente y nos propone responsabilidad emocional para estar con ellos. Esto es, hablar calmados y movernos con suavidad y sutileza para acoplarnos a sus necesidades y favorecer la armonía.
Estas necesidades planteadas en una sesión terapéutica con un niño o niña con autismo o TDAH va a ayudar mucho a su regulación emocional y su impulsividad. Va a suponer una buena excusa para potenciar la comunicación y además le ayuda a mejorar su autoestima sintiéndose capaz de cuidar a otro ser. La población vulnerable se transforma de «ser cuidado» a «cuidador». Y esto, es un empoderamiento muy potente.
A una persona que ha sufrido violencia le ayudará a recobrar la confianza en sí mismo ver qué puede ocuparse de un ser tan grande y fuerte como un caballo a través de las caricias y el cariño. Ver que ese otro ser te necesita. Y que además puedes comunicarte con él utilizando solo el cuerpo. No necesitas ni hablar. Así que, en la intimidad y el vínculo está el gran motivo.
Estos son algunos ejemplos de cómo el experto en IAC puede incluir al caballo en su intervención para favorecer resultados en todas las áreas del individuo.
Para que todo esto fluya de la manera más eficaz es necesario disponer de las condiciones necesarias.
A grandes rasgos podemos hablar de dos grandes ejes: la formación académica y experiencial del equipo humano y las condiciones de vida de los caballos.
El enfoque humanocentrista de las IAC enfocado solamente en los beneficios hacia la persona se está actualizando poco a poco. Vamos entendiendo que atender necesidades emocionales y físicas de personas con caballos que tienen dolencias emocionales y físicas es incoherente.
Por un lado, es necesario que los equipos de intervención con caballos se actualicen en etología y bienestar animal.
Los caballos de intervención no han sido tenidos en cuenta durante mucho tiempo. Caballos mayores que viven en boxes durante la mayor parte del día. En soledad. Con alimentación desajustada. Y realizando otras actividades a parte de las sesiones de terapia. Lo que viene siendo «lo de siempre». El tradicional mundo del caballo como explotación ganadera.
Es indiscutible que el caballo como especie nos ha ayudado a lo largo de los años en muchos ámbitos de nuestra vida y a día de hoy es un compañero de vida y de trabajo para cantidad de personas. Sin embargo, después de escribir sobre las bondades y algunos beneficios que reciben las personas en contacto con caballos, queremos dar la vuelta a la pregunta y proponer, cuán bidireccional es esta interacción. ¿Qué reciben los caballos que participan en estas prácticas? Desgraciadamente, y con excesiva frecuencia, no sólo no suelen recibir nada a cambio, (nada relevante, etológicamente hablando), sino que además, se le propone un modo de vida de maltrato silenciado.
La transformación que está viviendo en general el mundo hípico, también está llegando al ámbito de las IAC. Si bien, cada vez más equipos y centros trabajan con caballos libres, en manada, con forraje y agua a discreción, esto no es representativo en el mundo de las terapias. El futuro parece cada vez más esperanzador para el bienestar equino y las generaciones venideras vienen cargadas con empatía pero hasta entonces, falta mucho por recorrer.