Hoy hemos tenido una sesión en Horseway con un grupo de madres que han perdido la tutela de sus hijos por diversas razones: alcoholismo, consumo de tóxicos, dificultades de salud mental o la llegada de la maternidad a una edad muy temprana sin una red de soporte para contener lo que supone la crianza a los 17 años.
Son madres que han recibido muchos juicios por parte de algunas profesionales que han ido siguiendo su caso y no han podido perdonarse la situación que han causado en sus hijos.
Hace falta perdonarse para continuar sin culpas, hacerse responsable no es lo mismo que ser culpable. Las profesionales que acompañamos procesos tan dolorosos no tenemos derecho a juzgar la vida de ninguna familia. Las madres son lo que son y han hecho lo que han podido en cada momento.
Garantizar los derechos de los niños no supone juzgar las decisiones de las madres, sino acompañarlas en un proyecto de vida desde el apoderamiento, para que puedan recuperar la guarda de sus hijos o como mínimo, garantizar el vínculo aunque sea en contactos regulares que velen por la seguridad emocional de ambas partes.
La falta de juicio del caballo ayuda a poner encima de la mesa los miedos y las capacidades parentales, poniendo en el plano consiente la ayuda necesaria para cada madre y el apoyo necesario para diseñar su plan de trabajo, que debe surgir de ella misma para que el proceso sea exitoso, los logros puedan interiorizarse y el apoderamiento sea real y sólido.
La etología del equino, genera un espacio simbólico que lo convierte en la metáfora del cuidado, el vínculo y el modelo educativo: puede vincular pero necesita tiempo, acepta las directrices pero necesita seguridad, claridad y una actitud respetuosa sin miedo, igual que sucede en la crianza de un hijo. Por otro lado, el objetivo que queremos alcanzar nunca puede estar por encima de su bienestar y la relación parte del momento presente, sin obviar el posible malestar que sentimos, aceptándolo con honestidad y conciencia emocional.
Aprovecho aquí, para romper una lanza en favor de los burros dentro de las Intervenciones Asistidas con Caballos, a pesar de su escaso prestigio social, es un animal con un gran potencial, alta inteligencia, buena memoria y mucha personalidad. También nos acompañan en las sesiones con mucho interés en la tarea, haciendo gala de su paciencia, su afectividad y su motivación para dar soporte a todo lo que se va moviendo.
Inicialmente provocan risas, pero tras el primer contacto, generan una intimidad automática en las familias, creando lazos llenos de afecto, inclinación hacia su cuidado y momentos conmovedores de complicidad entre ambas partes.
Por otro lado, el entorno natural en el que se desarrollan las sesiones fomenta la aparición de las endorfinas y promueve la introspección, pero también la externalización de aquello que nos mueve, así como compartirlo desde la sororidad y la creencia firme de que el espacio es seguro y el acompañamiento sostiene emocionalmente todo aquello que sucede.
En definitiva, es importante valorar el contexto en el que se desarrollan las sesiones: el contacto con la naturaleza promueve la concentración, favorece la reducción del estrés, combate la ansiedad, aumenta la conexión con una misma y ayuda a regular el autocontrol.
Las madres deben marcharse con el listado de tareas, pero también con esperanza, validadas desde ellas mismas, confiando en que son merecedoras de las segundas oportunidades y que sus hijos son seres extraordinarios que siempre van a quererlas aunque no vivan juntos. Pero para que alguien te quiera, primero debes aprender a quererte a ti misma.