Como veterinario de caballos, normalmente veo a mis pacientes en su propio «hogar». Es por eso que tengo la ventaja de poder observar el establo, los cuidados, el heno, el grano, otras mascotas que conviven con los caballos, etc. y eso puede tener o no tener nada que ver con la razón principal por la que estoy allí. Es mi trabajo hacer recomendaciones basadas no solo en los hallazgos del examen físico, sino también en mis otras observaciones. A veces, nuestra forma de cuidar y criar caballos se basa en el «siempre se ha hecho así», o en el consejo de amigos bien intencionados, entrenadores o incluso el Dr. Google. Por lo tanto, si alguno de estos diez errores ee resulta familiar, no te ofendas, ¡más bien, acepta este consejo gratuito de un veterinario!
1. Las mantas
Los propietarios suelen poner mantas a sus caballos tan pronto como hace frío o empieza a nevar, y nunca las quitan ni miran debajo de ellas hasta que las plantas empiezan a florecer en la primavera. Con suerte, su compañero equino ha pasado bien el invierno y debajo de esa manta hay un caballo elegante y brillante en buenas condiciones corporales. Pero normalmente recibo histéricas llamadas de propietarios a cuyos caballos no les ha ido demasiado bien. Están delgados, peludos y, en general, no parecen gozar de buena salud. Muchas veces escucho: “¡Ha perdido peso en la última semana!” – aunque a menudo esto sucede en el transcurso de la temporada. Así que mi consejo es quitar la manta, o al menos mirar debajo de ella con frecuencia durante el invierno, para evitar un susto en la primavera.
2. No mantener una condición corporal adecuada y saludable
El Dr. Henneke ideó una escala del 1 al 9 para describir la condición corporal de un caballo, de forma que sin ver al caballo puedas hacerte una una idea de su estado. En esta escala, 1/9 es un caballo muy demacrado con poca o ninguna grasa corporal en el que se pueden ver fácilmente los huesos (caquéctico). El polo opuesto es un 9/9, que es un caballo muy obeso donde las protuberancias óseas son difíciles de encontrar. Obviamente, ninguna de estas condiciones es saludable para el caballo. La condición corporal adecuada es 5/9, aunque un rango de 4/9 a 6/9 es aceptable y está dentro del rango saludable.
Veo muchos caballos que son más mascotas que animales de trabajo y tienden a ser más obesos. Los propietarios los están “matando con amabilidad”, por así decirlo. Les alimentan con granos, suplementos, heno, pasto y toneladas de golosinas, pero estos caballos a menudo no participan en un programa de ejercicio regular. Esto puede conducir a trastornos como la laminitis y el síndrome metabólico equino, por nombrar algunos. También veo caballos más delgados, pero no demacrados. Aunque puede haber varias razones médicas para esto, por lo general se trata de una ausencia de alimentación adecuada. Habla con tu veterinario para determinar qué puedes hacer para mantenerlo en un peso ideal durante todo el año.
3. No evaluar los pastos
El hecho de que sea verde no significa que sea nutritivo o incluso comestible. Muchas veces me paro en la valla mientras un propietario habla sobre todos los pastos exuberantes que tienen mientras te pregunta por qué sus caballos están delgados. Tienes que salir al campo y ver qué hay realmente allí plantado. Muchas veces se trata sobre todo de malas hierbas, o bien el pasto no se ha mantenido con siega, etc. y lo que hay tiene un valor nutricional mínimo. Evalúa los espacios de pasto con regularidad y contrata a un profesional para que venga y haga recomendaciones si no estás seguro de cómo mejorar el estado de sus pastos.
4. Alimentar con heno de mala calidad (o en la cantidad incorrecta)
Mientras hablamos de nutrición, mi siguiente punto es el heno, y no solo la calidad sino la cantidad. Los caballos son fermentadores y herbívoros del intestino posterior. No fueron diseñados para tener dos o tres comidas grandes de grano al día y cierta cantidad de heno por la mañana y por la noche. El caballo de cuadra promedio que no realiza trabajos pesados debería consumir del 1% al 2% de su peso corporal al día de forraje de calidad. Eso incluye heno, pasto y grano. Por lo tanto, el caballo promedio de 500 kilos debe consumir de 5 a 10 kilos de forraje al día. Esto aumentará para los caballos que realicen trabajos pesados y disminuirá para aquellos considerados fáciles de mantener (easykeepers) o en trabajo ligero.
La calidad del heno puede marcar una gran diferencia en la condición corporal de tu caballo. Con demasiada frecuencia veo caballos que no reciben los nutrientes adecuados porque reciben heno de mala calidad y no reciben suplementos. También veo caballos demasiado gorditos alimentados con forrajes de alto contenido proteínico (alfalfa, trébol). Una vez más, te recomiendo que hables con tu veterinario o un nutricionista equino para determinar qué necesita tu caballo (y en qué cantidades) para mejorar su estado.
5. Dar grano cuando no es necesario
Contrariamente a la creencia popular, no todos los caballos necesitan grano. A muchos les irá bien con heno de buena calidad y un suplemento de vitaminas y minerales. Si alimentas con grano, debes pesarlo. Algunos alimentos son más densos que otros y «una medida de pienso dos veces al día» puede variar considerablemente. Es necesario que lo peses para saber realmente que cantidad está comiendo al día.
6. Dar suplementos cuando no es necesario
Los suplementos son beneficiosos siempre y cuando tu caballo los necesite. Pero si estás comprando un pienso de buena calidad, no deberías utilizar suplementos a menos que se le haya encontrado una deficiencia específica. No solo podrías estar tirando dinero; también podrías estar causando un desequilibrio de vitaminas y minerales a tu caballo. Si estás comprando un alimento completo, un nutricionista ya ha hecho todo el cálculo y el balance por ti, así que no des suplementos a menos que tu veterinario los haya recomendado.
7. No consultar al veterinario
A menudo escucho a nuevos propietarios que no tienen un veterinario de referencia a quien consultar, recurren a sus «propios conocimientos» de medicina preventiva y no han tenido ninguna urgencia, hasta que, un día a las 3 a.m de la madrugada tienen un problema y me llaman. Un veterinario estará más dispuesto a levantarse de la cama y conducir hasta tu casa si ya tiene una relación previa contigo. Recomiendo establecer una relación fluida de comunicación con tu veterinario antes de necesitarlo en caso de emergencia. He establecido una relación con clientes que me llaman una vez al año para hacer un examen físico a sus caballos, incluso si no me necesitan el resto del año, los conozco a ellos y a sus caballos, y sé dónde viven.
8. Administrar la cantidad incorrecta de antiparasitario
Hay mucho debate sobre cómo o cuándo desparasitar a los caballos, ya sea en función del recuento de huevos fecales, rotacional, estacional, etc. Independientemente de la opción elegida, si compras el desparasitante y se lo administra tu mismo, ten en cuenta el peso aproximado de tu caballo y cuánto peso cubre un tubo de desparasitante. Para algunas marcas, un tubo tratará a un caballo de unos de 500 kg. Muchos de los Quarter Horses, Sangres Calientes y otras razas más grandes pueden estar en una media de 600 kg o más y pueden necesitar más de un tubo de desparasitante.
9. Vacunarlos tu mismo
Muchos cuidadores y propietarios de caballos pretenden administrar las vacunas ellos mismos para ahorrar tiempo y dinero. Sin embargo, hay muchas ventajas en que un veterinario le administre las vacunas a tu caballo. En primer lugar, ayuda a establecer la relación veterinario-cliente-paciente. En segundo lugar, habrá un registro médico que indique qué vacunas recibió tu caballo y cuándo. Tengo clientes que vacunan ellos mismos y ocasionalmente necesitan una prueba de vacunación. Como veterinario, no puedo hacerles un certificado si no he inoculado las vacunas yo mismo.
Además, si tu caballo va a tener una reacción a una vacuna que le ha dado el veterinario, los fabricantes de esa vacuna a menudo cubrirán parte o la totalidad de tu factura veterinaria asociada con el tratamiento debido a la reacción. También es importante que las vacunas permanezcan refrigeradas hasta el momento de usarlas. Algunas vacunas pueden desactivarse o volverse menos efectivas si se calientan o congelan. El veterinario puede asegurar ese control de calidad. Ella o él también puede ayudarte a decidir qué vacunas necesita realmente tu caballo.
10. No hacer preguntas
El error número uno que veo que cometen los propietarios de caballos es no pedir ayuda o no preguntar. Deberías poder hablar con tu veterinario sobre los problemas que te preocupan. Si tu veterinario no responde a tus preguntas ¡necesita otro veterinario!
¿Recuerdas el viejo dicho de que la única pregunta estúpida es la que no se hace? Totalmente cierto en este caso: preferiría hablar contigo antes de que una situación médica se escape de control o se convierta en una verdadera emergencia. En medicina veterinaria estamos aprendiendo constantemente, no solo con la educación continua sino a través de nuestras experiencias y las de nuestros colegas. Me gustaría pensar que esto también es cierto para la mayoría de los propietarios de caballos, y parte de mi trabajo es ayudarlo en su proceso de aprendizaje. ¡Somos un equipo que vela la salud de vuestros caballos!