El dorso equino es una parte esencial de su cuerpo, sobre todo de cara al jinete: es donde colocamos nuestro peso y la montura, donde nos conectamos directamente con el caballo y nos comunicamos con él. A pesar de eso, los estudios científicos relacionados con el dorso del caballo aseguran que suele estar mal entendida por las personas y no le damos la importancia que requiere.
Aquella zona a la que llamamos espalda o dorso del caballo es el área sumergida de la columna vertebral entre la cruz y la grupa, aunque deberíamos tener en cuenta toda su longitud y considerar hasta la parte superior de la cola. Esto se debe a que la columna vertebral está involucrada en el movimiento de la espalda del caballo hasta el sacro (la sección de la grupa que va desde el punto más alto detrás del área de la montura hasta la cola).
La mayoría de los caballos tienen 18 vértebras torácicas, los huesos en los que nos sentamos cuando montamos y los que se abren hasta las costillas. En el área del sacro hay cinco vértebras, las cuales se fusionan entre sí. El área lumbar, es decir, el que está entre estas dos zonas, cuenta con un número de vértebras variable según el caballo, que puede oscilar entre cinco y seis.
El número de vértebras lumbares no parece afectar la longitud del dorso, sino que ésta depende de la longitud de las vértebras individuales. Además, el número de vértebras no tiene relación con la apariencia física o la salud de la columna vertebral del caballo.
El canal que aloja la médula espinal está formado por los procesos óseos espinosos que sobresalen de cada vértebra. Muy cerca de ellas se encuentra una capa de músculos cortos, llamados músculos estabilizadores profundos, los cuales evitan que la columna se mueva o se gire. Los músculos largos yacen sobre las vértebras y son sobre los que nos sentamos y podemos palpar. Además, hay una red completa de ligamentos: en concreto, hay un ligamento supraespinoso muy largo, que mantiene todo unido alrededor de la cuarta vértebra torácica y que actúa como una banda de goma tensa, evitando que los procesos espinosos se separen demasiado.
Refuerzo del dorso
Cuando pedimos a un caballo que sea flexible y realice una serie de ejercicios y movimientos, lo hacemos para obtener un movimiento del resto del cuerpo, no de la espalda. Durante la marcha, los músculos, tendones y ligamentos controlan la cantidad de movimiento hacia atrás, por lo que nuestro objetivo es fortalecer los músculos que estabilizarán la espalda en una posición redondeada. Si bien los caballos pueden soportar el peso de un jinete, el hecho de redondear el dorso contrarresta el efecto de vaciado, limitando el hundimiento.
Conseguirlo no solo requiere un esfuerzo de la espalda, sino también de los músculos abdominales. Por lo tanto, si les pedimos flexiones demasiado fuertes o queremos que lo logren antes de tiempo, puede provocar problemas de espalda e incluso de comportamiento relacionados con la incomodidad y la frustración.
Mientras que la espalda debe permanecer bastante inmóvil, los músculos tendrían que trabajar y moverse constantemente para mantener la espalda estable durante el movimiento. Los músculos largos son los responsables de controlar el movimiento lateral de la columna vertebral.
La importancia de la montura
El ajuste correcto de la silla de montar es esencial para la salud de la espalda, pero la forma del dorso y la musculatura del caballo cambian con el tiempo, de manera que este ajuste puede suponer un reto constante y un gasto económico importante. Por eso, contar con un conocimiento extenso y aprender a reconocer cuándo una montura encaja y saber cuándo ha llegado el momento de adaptarla es básico y una tarea que tendríamos que hacer de forma regular. Los bultos, protuberancias, moretones y lesiones, así como las reacciones negativas del caballo son signos evidentes de un problema grave de la silla de montar.
El estado físico del jinete
Una de las mejores maneras de mantener al caballo sano es teniendo nuestra propia espalda y cuerpo sanos. De hecho, la asimetría del jinete es una fuente importante de problemas de la espalda equina. Esto también incluye un buen programa de acondicionamiento físico para podernos sentar y mover correctamente. Pensemos que las fuerzas máximas aplicadas en el dorso del caballo son, aproximadamente, el doble del peso del jinete en el trote y hasta tres veces el peso en el galope.
Detectar los problemas a tiempo
En primer lugar, tenemos que adquirir el hábito de evaluar la forma de la espalda del caballo. Busquemos cambios como la pérdida muscular, hundimientos detrás del omóplato o una forma triangular en lugar de redondeada sobre las áreas torácica, lumbar o sacra.
En segundo lugar, observemos la actitud del animal: ¿Se gira cuando le vamos a colocar la montura? ¿Está deprimido o de mal humor? ¿Es sensible cuando presionas los músculos de la espalda? ¿Necesita un calentamiento de 30 minutos para conseguir estar cómodo? Aunque el caballo puede tener un mal día, es importante detectarlo si dura una semana o más y si su estado empeora.
Finalmente, tenemos que vigilar a los pura sangre y los cruces de esta raza. Aunque no sabemos realmente el motivo, estos caballos son más sensibles a la presión.
Entonces, para mantener un dorso sano y sin dolor, necesitamos ser conscientes de las estructuras que hay en juego y cómo fortalecer los músculos en el área para mantener el dorso estable. Al implementar el entrenamiento adecuado y las técnicas correctas de equitación, priorizando nuestro propio estado físico y salud y reconociendo los primeros signos de dolor y buscando un tratamiento, podemos estar seguros de que el dorso de los caballos se mantendrán para lo que fueron diseñadas.
Fuente: The Horse